Nadie supo mirar a la pantalla como ella, esas miradas, esos
gestos made in Sara Montiel eran su sello personal. Otras también eran bellas,
pero no eran Sara, era única, inimitable.
En cuanto aparecia en la pantalla el resto del reparto
quedaba eclipsado, despedia sensualidad por los cuatro costados. Sus maneras
afectadas que en otra persona quedarían ridículas, en ella resultaban
hipnotizadoras.
Sara no nos ha dejado, porque siempre nos quedaran sus
peliculas.
Que en paz descanse.